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sábado, 10 de abril de 2010

CAPTIULO 10. LO ÚNICO IMPOSIBLE ES AQUELLO QUE NO PUEDES SOÑAR

- y a todo ésto, cómo fue que me encontraste, ni Min ni yo te dijimos a dónde habíamos ido...

- GPS Junsu, el bendito GPS de tu móvil, te estuve llamando como loco y no contestabas y yo pensé... bueno... tuve miedo de que estuvieras con Min, ya sabes, los celos... - reconoció el pelinegro, recordando lo molesto que se sintió cuando imágenes de su delfín en brazos del menor lo aturdieron apenas un par de horas atrás, impulsado por los celos activó el GPS del móvil de su ahora novio y lo buscó, el resto, ya lo sabemos.

- ni siquiera me ha pasado nunca por la mente, todo este tiempo, has estado solo tú en mi corazón, Chunnie... - sus dedos trazaban figuras sin sentido en el pecho de Yoochun, las sábanas cubriendo apenas su desnudez, la noche callendo lentamente.

El pelinegro sonrió, realmente no sabía qué decir a esas palabras, se sentía demasiado felíz pero al mismo tiempo había un dejo de culpabilidad, había hecho sufrir a Junsu por quién sabe cuánto tiempo al no darse cuenta antes del lazo que los une. Así que se limitaba a acariciar a su novio, a darle besos divertidos por todo el rostro, a disfrutar de ese momento a solas.

.........

El departamento era amplio, a pesar de que solo él vivía ahí, estaba ordenado, no con demasiada pulcridad pero lo suficientemente decente. Sabía que tal vez iba demasiada rápido, pero... ¡al diablo! eran lo que ambos deseaban, tal vez pueda ser una relación más carnal que emocional, pero mientras durara lo iba a aprovechar al máximo, porque en esos instantes realmente se sentía completo a lado de él, ese chico que era capaz de aligerar su tensión con solo una sonrisa, que liberaba su cuerpo de todo estrés cuando lo acariciaba de esa forma, lo llevaba a un mundo de ensueño con cada beso. Cuánto ha pasado desde aquél día en el club de natación en donde se decidieron a intentarlo... tres meses? pocos días más pocos menos, realmente no recordaba con exactitud, y menos en ese momento cuando en lo único que podía concentrarse era en sentir.

Sentir el calor que el cuerpo de Kohei despedía frotándose contra el suyo en una danza erótica que se habían inventado desde la primera vez, repartiendo besos por todas partes, sea su boca, su rostro, su cuello, su pecho, sus brazos, su espalda, sus piernas, su erección... ¡oh sí! su parte más sensible al tacto, esa que ahora completamente despierta palpitaba deseosa de adentrarse en aquél lugar ya explorado en numerosas ocasiones pero que le seguía generando la misma sensación de la primera vez.

Le encantaba oírlo gemir, siempre iniciaba con suspiros cuando deslizaba sus manos con suavidad por ese cuerpo atlético, delineando con admiración cada músculo en su pecho, besando con roces eróticos, lamiendo con disimulo, apoderándose de sus pezones cada tanto; ahí comenzaban los gemidos más fuertes, continuos y ahogados; adoraba esa forma de hacerlo reaccionar, adoraba que comenzara a decir su nombre en una súplica por dejar de torturarlo de aquella manera y llegue de una vez a su objetivo, pero a Min le encantaba ir despacio, llevarlo al límite, le gustaba sobremanera disfrutar antes cada recobeco de su cuerpo, tan perfecto, tan fuerte, tan delicioso. Continuaba su recorrido haciendo caso omiso de las peticiones de Kohei, pasaba una eternidad en los pectorales, le encantaba la forma tan perfecta en que se formaban en el vientre de su novio, no eran nada exagerados pero lo suficientemente visibles y atrayentes para su libido creciente a cada minuto; deslizaba sus manos más abajo, rozando la prominente erección de su pareja, pasando de largo por ella y llendo más abajo junto con la repartición de sus besos que ahora eran dejandos en los muslos, sus manos se perdían otra vez más arriba y por detrás, adueñándose de ese trasero bien formado, rozando en el camino la entrada, haciéndolo gemir aún más, logrando movimientos desesperados de Kohei por obtener lo que desea.

Sintiéndose satisfecho de ese juego erótico y necesitado ya de introducirse en aquel cuerpo, Min metió el miembro de su novio en su boca, degustándolo con pericia mientras su pareja lubricaba sus dedos con su saliva, gimiendo cada tanto cuando el menor le lamía, chupaba o hasta mordía ligeramente. Cuando era suficiente lubricación y sin dejar su actual actividad, el menor dilataba con experiencia (claro, después de meses en aquella relación, ya había adquirido maña para ello) la entrada del mayor para de un momento a otro entrar en él, no de una sola embestida, pero ya no tan lento como en las primeras ocasiones.

Se conocían bastante ahora, coordinaban casi al instante el vaivén de sus caderas, dándose un placer inmenso. Kohei se dedicaba a acariciar la espalda de su novio, de vez en cuando a apretarle el trasero buscando así más profundidad en las embestidas. Gemían fuerte, gritaban sus nombres, se besaban apasionadamente en esa danza de deseo, se aferraban al cuerpo sudado del otro, ardiente piel que llegaba al límite con aquel acto íntimo de lujuria sin reservas. Cuando se encontraban cerca del final, Min tomaba la erección de su novio para bombearla al ritmo de sus embestidas y poder llegar juntos al orgamos, casi siempre era así, aunque en ocasiones se venía uno antes que el otro. Descargó toda su semilla en el interior de su pareja, apenas un instante después sintió ese fluído espeso que tanto le gusta esparcirse por su mano y manchar ligeramente el torso de ambos. Siente los espasmos del orgasmo en su cuerpo al mismo tiempo que ve los temblores exquisitos en el cuerpo bajo el suyo, se miran a los ojos, se sonrían y se besan una vez más, después Kohei toma la mano de su novio donde su sémen aún está y se encarga de lamerlo sensualmente, ante la mirada cariñosa de Min, cuando su mano está limpia se besan otra vez. Es un extraño ritual tal vez, pero hacen eso siempre, y se siente bien... ambos se sienten bien en compañía del otro... y por ahora, eso es suficiente.

.......

- Min se está tardando... - era la quincoagésima vez en los últimos cinco minutos que Jae miraba su reloj de muñeca, impaciente porque su crío no llega y falta poco para iniciar el ensayo final de ese concierto en Japón.

- ya, no te preocupes Boo, ya sabes que últimamente anda en las nubes... - trataba de confortarlo Yunho, si bien por dentro estaba que trinaba de nervios, hace diez minutos que Min debió llegar, cómo podía ser tan irresponsable.

- ¿últimamente? yo diría que desde hace casi dos meses... - opinó Junsu, a lado de su ratón, que junto con los demás recibían los últimos toques a su vestuario y peinado en camerinos. Era un ensayo general, así que lo realizaban como si ya fuera el oficial.

- ya pueden respirar tranquilos, Umma, Appa, el bebé ha llegado... - Micky le vio entrar corriendo, disculpándose con todo aquel que se le cruzaba en el camino.

- lo siento, lo siento, lo siento... - dijo de corrido a Yunho, principalmente, pues es el líder del grupo... - te juro que no vuelve a pasar, Appa.

- bueno ya, date prisa que estamos retrasados... - pero por más que hubiera podido estar molesto con él por su tardanza, era incapaz de reclamarle nada, entendía que Min siendo el joven que es, tuviera la cabeza en otra parte, sino lo sabrá él que en ocasiones se ha quedado dormido por las noches de pasión a lado de su JaeBoo. O la de ocasiones en que Junsu y Yoochun se han perdido fines de semana completos. Eran después de todo, una familia feliz, lo demás... lo demás eran cosas circunstanciales, siempre había una buena explicación para todo aquéllo.

Todavía recordaba aquella movida noche, cuando el ratón y el delfín les dijeron que ya eran pareja, y la primera vez que Minnie llevara a Kohei al departamento, para presentarlo como su formal pareja.

....Flashback....

Junsu y Yoochun dieron a conocer su relación esa misma noche, todos estaban conformes, aunque la primera reacción del moreno fuera de absoluta gracia.

- por dios, Jae, no podemos respaldar esta relación... - gritó Yunho, llevándose las manos a la cabeza y tirando de sus cabellos con desesperación, logrando asustar a Jae, Micky y Xiah, que no se esperaban ni podían explicar esa reacción.

- Yunho, de qué estás hablando, porqué no... - el rubio se sentía extraño, es decir, no iba a resultar ahora que estaba enamorado de alguno de ellos, no? El delfín y el ratón estaban más o menos con el mismo temor, Yoochun se decía una y otra vez que era imposible que Junsu le gustara a su hyung y Xiah rezaba porque la amistad tan fuerte entre sus hyungs no significara algo más, no podía ser, Yunho ama a Jae, no?

- Jae... - el moreno trató de serenarse, de ordenar sus ideas, cómo no lo había pensado antes.

- Yunho, appa... - habló con miedo el castaño, los tres al borde del colapso por el repentino silencio del moreno.

- Yunho! ... - le gritó impaciente el pelinegro, lo inquietaba demasiado la mirada perdida de su hyung y lo mataba no entender porqué ahora salía con que no estaba de acuerdo con su relación con SU delfín, tanto que le insistió al respecto.

- ¡es incesto! - gritó también el moreno, obviando lo que para los otros no tenía cabida alguna ahí... - son hermanos, son nuestros hijos... - ahora hablaba solo con Jae, que solo suspiró y formó una sonrisa tranquila en sus labios.

- y quién te dijo que tú eres el padre de todos... - se acercó a su novio, que estaba ya de pie, ese había sido su impulso recién gritara esa absurdez del incesto. El YooSu permanecía sentado en el sofá, con el rostro desencajado por la revelación del motivo. Yunho ahora parecía querer hablar, pero se estaba poniendo rojo de ira.

- cómo que no soy el padre de todos... - balbuceó apenas, pues tenía la quijada rígida, los puños cerrados con coraje. Pero Jae solo se río ante toda la escena, desconcertándolos a todos.

- Yunho, cariño... - pasó sus brazos por la cintura del moreno, sonriéndole tiernamente... - tú y yo no hemos tenido hijos propios, nuestros críos son adoptados, yo no recuerdo haber parido a ninguno... - explicó el rubio, mirando divertido la cara de su novio, que parecía procesar ahora toda la información... - no tienes nada de qué preocuparte, siguen siendo nuestros hijos, pero no hay nada de incesto, entiendes? - el moreno solo atinó a asentir.

- entonces, está bien que nosotros... - el castaño los interrumpió cuando estaban a punto de besarse, que lo perdonaran por arruinarles el momento, pero quería estar seguro de que no había nada de malo en su noviazgo con SU ratón.

- claro que está bien Junsu, de hecho, se andaban tardando, eh... - ahora sí que sonreía contento el líder.

- y lo dices ahora, después de que me quitaste un año de vida por tremendo susto que me metiste con tu reacción... - el pelinegro se llevó la mano al corazón, fulminando con la mirada a su amigo... - otra de esas... - señaló a Yunho... - y te dejo viudo antes de tiempo... - señaló a Jae.

- ya, ya... entendido... - después de eso el ambiente ya estaba totalmente relajado. Cuando por la puerta entró el menor... acompañado de Kohei. Cosa que extrañó a Yunho y a Jae, no tanto a Junsu y Yoochun.

- ésto... buenas noches... - saludó nerviosamente Min, sonrojado lindamente. Acababa de darle el sí a Kohei y éste ya le había pedido conocer a la familia, lo que nunca pensó es que lo llevaría ahí, él había querido conocer a los padres del menor. Entonces, por qué estaba ante el resto de DBSK?... - eh...

- Kohei, que sorpresa verte por aquí... - saludó amablemente el líder, todavía sin siquiera imaginar el motivo de su estancia ahí. Jae más o menos lo intuía como buen madre que es; además, las ocasiones en que notaba más distraído a su crío en los ensayos era cuando Kohei andaba rondando por ahí.

- ho... hola, pues... - el chico no estaba seguro de qué responder, buscando apoyo en su novio con la mirada... -

- Umma, Appa... - comenzó el menor, Kohei lo miró un tanto confundido, pensaba que eso de que Jae y Yunho eran sus padres era poco más que una broma, pero no que el respeto como tales llegara a tanto... - les presento... bueno, ya lo conocen, pero... - suspiró... - Kohei es mi novio... - era más fácil solamente decirlo.

El YooSu sonrió contento, Jae se sintió como una auténtica madre debe sentirse cuando su bebé llega hecho todo un hombre y presenta al, novio, en éste caso. Yunho ya había fruncido el ceño, mero instinto paterno aflorando, su pequeño Min con un novio, pero si todavía es un crío, cómo es posible que ya tenga novio.

- pues, bienvenido a la familia, Kohei... - sonriendo dulcemente, el rubio estrechó la mano de Kohei, que se sentía un tanto cohibido por la mirada del moreno.

- gracias, Jae Hyung... -

- Kohei, tú y yo tendremos una charla de hombre a hombre... - sonó la voz grave de Yunho, tomando por el hombro al chico instándolo a tomar asiento en la sala. Jae suspiró, ya imaginaba lo que venía, la charla del padre sobreprotector con la primer pareja de su bebé. Yoochun y Junsu sonreían divertidos con las cosas que comenzaba a decir el moreno respecto a y un largo etc (vergonzoso para Min, que cada que podía trataba de interrumpir a su Appa, sin exito alguno)

...Flashback....


Al final , el concierto llevado a cabo al día siguiente fue todo un éxito. Sobre todo porque las fans casi se volvieron locas ante el fanservice que realizaron, era bueno aprovechar de vez en cuando que la empresa les pidiera un poco de aquellos espectáculos y realizaban acciones reservadas de amor entre ellos. A Yunho le sorprendía que siempre era quien más acalorado terminaba porque ahora a su Boo no le daba tanta verguenza hacer escenas de amor entre ellos. Yoochun siempre arrancaba sonoras carcajadas de Junsu, y Min... al menor no le importaba actuar con los cuatro, al final, siempre eran solo abrazos más fraternales que otra cosa, pero igual hacía gritar a las fans.

Estaba todo perfecto, aún era un secreto entre ellos el JaeHo, el Yoosu y el KoMin? (sí, tal vez así deba llamarse), eran felices así; si bien no negaban que les encantaría gritar a los cuatro vientos su situación, la realidad era que por el momento de aquella manera era mejor. Podían disfrutarse en la discreción, era incluso más tentador cuando se veían obligados a pasar días enteros sin poder amarse por la carga excesiva de trabajo, dejando espacio solo para el sueño, y después compartir horas haciendo el amor, conversando de ellos como pareja, o simplemente hacerse mimos.

Junsu entendió finalmente que lo único imposible en ésta vida es aquello que no se puede soñar, porque mientras se tengan sueños por los cuales luchar dando lo mejor de uno, aquello, tarde o temprano, se hará realidad.

FIN

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