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domingo, 11 de abril de 2010

flying without wings

Volvió a escuchar aquella melodía que lo estremecía una vez tras otra. Y otra más. Y ni siquiera sabía porque se sentía así.
Sólo era una absurda canción que hablaba de un amor imposible correspondido, seguramente, escrita por alguna chica estúpida, que todavía soñaba con los príncipes azules.
Pero él conocía la verdad. Era consciente de que los amores imposibles debían quedarse así, platónicamente abandonados a un rincón del corazón.
Aunque ese rincón fuese el que se encargara de hacerlo palpitar.

Porque de lo contrario, se sufría demasiado.
Y sabía que era mejor olvidar los propios suspiros cuando su príncipe azul le sonreía sólo para él, cuando el amor le dolía tanto que no lo dejaba dormir.

-Volar sin alas…- Susurró aludiendo a la canción antes de apagar el ipod y dejarlo encima de la mesa con un suspiro.

Sabiendo que él nunca podría volar. Que su destino estaba demasiado arraigado al suelo, como si hubiese echado raíces, necesitado de una falsa seguridad.
Porque algún día habría un terremoto que lo destrozaría. Algún día él llegaría y le diría que tenía novia con los ojos brillándole de la emoción, y entonces… Entonces todo habría acabado para él.

-¿Qué haces?- Aquella voz chillona lo hizo saltar de la silla mirando al chico que acababa de entrar al comedor asustado.

-Casi me matas, Su- Junsu sonrió antes de encender la play y sentarse en el sofá.

Definitivamente, tenía que seguir huyendo de aquel amor que lo perseguía como una sombra imposible de burlar; de la cual sólo puedes escapar si te sumerges completamente en la oscuridad.

Pero la oscuridad daba miedo.
Sí.
Porque sabía que verlo al lado de otra persona que no fuera él lo destrozaría, pero renunciar a sus propios sentimientos le dolería muchísimo más.

-¿Vuelves solo?- Preguntó sentándose al otro lado del sofá y cogiendo uno de los mandos de la play que había quedado olvidado en el suelo.

-Sí…- Murmuró Junsu concentrado en no dejar que ningún coche lo avanzara -Yunho se ha ido a ver a su hermana ¡¡Mierda!!- Se interrumpió cuando uno de los coches lo dejó en segunda posición -Y Jae… Jae quería… Comprar no sé… qué- Murmuró al final frunciendo el ceño al ver como la carrera había terminado dejándolo en segundo lugar.

-Oh- De repente todo le pareció una señal, como si fuese demasiado fácil; como si alguien le estuviera gritando que las cosas podían funcionar.
Que podía volar sin alas.

-¡Chunnie!- Rió el pequeño pasando una de sus manos por delante de los ojos del mayor que pareció despertar del trance más pálido de lo normal -Te preguntaba que querías cenar. ¿Estás muy ido hoy no?- Yoochun sólo le devolvió la sonrisa con un sudor frío recorriéndole la espalda.
-Cualquier cosa está bien-

-Ajá…- Murmuró Junsu levantándose del sofá y entrando a la cocina, rebuscando en los armarios algo que no exigiese mucho elaboración -¿Ramen?- Yoochun solo asintió sabiendo que estaba a un paso del acantilado a unos centímetros de caer al vacío.
¿Podría volar?

Comió el ramen en silencio, escuchando poco y observando mucho al chico que estaba sentado en frente de él; contándole lo que había ocurrido con aquella fan que le había dado ese regalo que había resultado ser para Yunho.
Y de repente quiso abrazarlo y protegerlo; de algún modo sabía que nada de aquello desaparecería ni siquiera escondiéndose en la oscuridad.

Que sólo crecería y crecería hasta que lo aplastara.

-Junsu ah…- El aludido levantó la mirada encontrándose con un Yoochun sonrojado y despeinado de tanto revolverse el pelo con nerviosismo.

-¿Sí?- Yoochun se mordió el labio antes de responder.

-Yo te hubiese dado el regalo a ti- Y sintió como su corazón se detenía al ver la sonrisa resplandeciente que el otro le dedicaba.

Terminaron de cenar sin volver a hablar; Yoochun todavía al borde de un ataque de nervios y Junsu tarareando Ballons sin dejar de sonreír.

-¡Ahhhh Estoy echo polvo! Casi he muerto con el entrenamiento de hoy… Oh! ¿Y tú? No te he preguntado… ¿Te encuentras mejor?- Preguntó Junsu observando fijamente a Yoochun, haciendo que éste te sintiera desnudo.

-Ehh, oh sí, sí- No podía decirle que se había quedado porque hacía más de una semana que no lograba dormir ni una hora entera y que estaba seguro, ni siquiera podría mantenerse en pie.

-Deberías ir a dormir temprano, yo me voy ahora- Y así los dos se encaminaron a la habitación que compartían desde hacía meses, cuando se habían mudado a aquél nuevo apartamento.

Yoochun intentó apartar la mirada sin demasiado éxito cuando el pequeño se cambió descuidadamente, tirando la ropa por el suelo y estirándose para destensar sus músculos, hasta que apagó la luz y se metió en su cama como si fuera un niño pequeño.

-Buenas noches- Pero Yoochun seguía mirando embobado el rincón donde sabía que se encontraba Junsu; tumbado en medio de la oscuridad.
Quizás ni siquiera la oscuridad podía funcionar ya como vía de escapatoria; quizás ni siquiera eso lo protegería ahora.

-Junsu ah…- Susurró con voz ronca; sin atrever a moverse ni un ápice.

-¿mmm?-

-Es que… He dormido todo el día y no tengo sueño, vamos a jugar!- Casi gritó saltando encima de la cama de Junsu y comenzando a hacerle cosquillas, sintiendo como su amigo se revolvía inquieto debajo de él.
Lo que fuera por un poco de contacto.

-¡Chunieeee! ¡Chuniee dejameeeee!- Rogó al fin haciendo que el mayor cesara sus cosquillas pero no se moviera de encima de las caderas de Junsu.

De repente el mundo pareció detenerse, el aire si hizo más denso y la oscuridad a la que se iban ido acostumbrado poco a poco sólo les dejaba ver una silueta mal definida.

Yoochun se fue acercando poco a poco al cuerpo cálido que notaba bajo su cuerpo, hasta que sus labios se encontraron con un trozo de piel suave que provocó que su pulso temblara y los deslizó hasta que encontró los labios de un paralizado Junsu que en ningún momento se movió.
Yoochun presionó solo un poco, mucho más torpemente de lo que había besado nunca a ninguna chica antes; rogando porque el tiempo se detuviera; pero no lo hizo y él se dio cuenta tarde de lo que acababa de hacer.

Se levantó asustado, demasiado aterrorizado por lo ocurrido, pero sobretodo, por lo que ocurriría a continuación y sólo pudo salir corriendo de aquella habitación oscura.

Se encerró en el baño con pestillo, pero no se atrevió a abrir la luz. No podría mirarse al espejo.
Se odiaba demasiado y lo peor, era que Junsu también debía de odiarle en estos momentos.
Quizás podía decirle que había sido por la fiebre… O por los medicamentos que había tomado…
Y aún así, no pudo evitar llevarse la mano a sus labios que aún le quemaban con la calidez de aquel contacto con el que había estado soñando durante demasiado tiempo, sonriendo extasiadamente.

-¿Yoochun?- Todo su cuerpo comenzó a temblar al escuchar la voz de Junsu desde el otro lado, suave, baja y asustada -Yoochun ábreme, por favor- Pero Micky no obedeció. Por supuesto no pensaba hacerlo.
Jamás saldría de aquel baño.

-Vete- Y ambos pudieron escuchar como su voz se quebraba por el llanto.

-¿Estás llorando?- Pero sólo obtuvo silencio como respuesta -Yoochun… Chunnie ah…- Se sentó apoyándose en la puerta por fuera, recostando la cabeza en ella, sintiendo también cmenzabs ojos comenzaban a derramar lágrimas y los sollozos escapaban traicioneros de su garganta.
Hasta que por fin la puerta se abrió.

El pasillo estaba oscuro, al igual que el baño, por lo que ninguno de los dos podía ver al otro, pero Junsu si pudo sentir como una mano palpaba la oscuridad hasta llegar a su mejilla y limpiarle las lágrimas.

-No llores… Lo siento de verdad- Yoochun, quién había creído no poder sentirse peor consigo mismo después del beso se odió todavía más al escuchar aquellos sollozos infantiles de la persona a la que quería. Sollozos que él había provocado.
Y quiso abrazarlo, pero sabía que, probablemente aquello sólo empeoraría las cosas.

Junsu cogió la mano de Micky que aún estaba encima de su mejilla en la oscuridad; lo que hizo que éste diera un pequeño bote sorprendido.

-Lo siento- Hipó y Yoochun solo pudo arrugar la frente en una mueca de incomprensión que el otro no atinó a ver.

-No, Su, fue mi culpa. No tienes que decir na…-

-Déjame hablar- Y por primera vez desde hacía años Yoochun calló, escuchando lo que el pequeño tenía que decirle.

-Siento… No haberte devuelto el beso de verdad… Yoochun no quise que pensaras que yo no… Bueno que tú no me…- Hizo una pausa de un segundo tratando de relajar sus temblores e intentando inspirar para que le llegara un poco de aire al cerebro mientras Micky lo escuchaba sin poder creerse lo que oía.

¿Podía ser que él también fuera capaz de volar sin alas?

Y sin permitirse repensárselo, puesto que sabía que el miedo lo mantendría quieto en su rincón oscuro se acercó peligrosamente al rostro que tanto tiempo había pasado observando en silencio, memorizando cada noche.


-Puedes devolvérmelo ahora- Después volvió a juntar sus labios con los de su amigo; en un beso igual de asustado que el anterior en un principio, pero que poco a poco fue ganando seguridad, al ver que esta vez Junsu sí se lo devolvía. Un beso lento y tierno que los hizo temblar y sentir espasmos a ambos.

Yoochun se separó con los nervios a flor de piel, sabiendo que había llegado el momento de ser sincero.

-Junsu yo te…-

-¡¡Hemos llegadoo!!- Ambos maldijeron la voz de Changmin y se levantaron sonrojados, la luz que habían abierto desde el comedor les permitió ver la cara del otro, igual de avergonzada y tímida que la propia, dejándoles esbozar una insinuación de sonrisa nerviosa.
Junsu hizo ademán de salir a recibir a los que con el paso de los años se habían convertido en su familia, pero Yoochun tomó su mano arrastrándolo en dirección contraria saliendo al pequeño balcón oscuro que había al otro lado del piso.

-¿Crees que nos habrán oído?- Preguntó mirando preocupado hacia dentro mientras sus brazos rodeaban la cintura de Xiah quién sólo rió por lo bajo.

-No teníamos porque escondernos- Murmuró sonriendo aún, acercándose más al cuerpo del otro y escondiendo la cabeza en su pecho. Yoochun estrechó un poco más el abrazo, sintiendo como por fin estaba volando sin alas.
Tan sencillo. Después de tanto dolor y tanta noches a solas allí estaban, en un balcón escondidos del mundo. Pero juntos.

-Es que no quería que nos interrumpieran- Confesó oliendo el pelo de Junsu, de algún modo se sentía tranquilo ahora, como si la amenaza de un terremoto que le destrozara las raíces quedara mucho más lejos ahora.

Junsu le dio un beso rápido en el cuello para acto seguido volver a esconder su rostro rojo por la vergüenza.

-¿Tienes frío?- Preguntó Yoochun sacándose el jersey que llevaba puesto y pasándoselo por encima de los hombros a Xiah quien lo miró con el ceño fruncido.

-No soy una chica- Yoochun sonrió mientras le besaba la coronilla.

-Lo sé… Créeme que lo sé…- Suspiró una vez, lo que hizo temer lo peor a Junsu quién una vez más volvió a separarse para ver la expresión de Micky quién no había dejado de sonreír -Y esto es extraño… Nunca me había sentido así… Ni siquiera por una chica- Reconoció un poco rojo haciendo que Xiah volviera a sonreírle tiernamente.

-Tampoco yo…- Desviaron las miradas avergonzados hasta que Junsu comenzó a temblar de frío a pesar de tener el jersey de Micky cubriendo sus hombros.

-Deberíamos entrar- Susurró Yoochun con una sonrisa resplandeciente -Seguramente ya se han ido a dormir…- Y cogió su mano entrando en el piso que volvía a estar a oscuras.

Aquella oscuridad que les había llevado hasta allí.
Yoochun sonrió, sabiendo que aquella noche y todas las siguientes, por fin sería capaz de volar sin alas.

Él lo había besado.

No había sido ninguna de sus tan frecuentes fantasías, ni tan siquiera un sueño dulce de los que habitualmente hacían que se levantara con ganas de sonreírle al mundo.
Había sido real; y mejor de lo que jamás hubiese creído posible.

Y no sólo se refería a aquel beso, sino también todos los que lo habían seguido en el balcón, los abrazos, los susurros, las caricias, los “Te quiero” que todavía lo hacían temblar.
La mano cálida que no había soltado la suya mientras lo guiaba hacia el dormitorio.
Aquel último beso de buenas noches que, por supuesto, no había sido el último. Y sobretodo aquellos brazos cálidos y aquella respiración acompasada que había aprendido a distinguir entre la oscuridad y que le pareció el mejor lugar del mundo para dejarse caer dormido.

Los buenos días con sonrisas radiantes, las miradas fugaces que se dedicaban a escondidas, los roces fortuitos que ambos trataban de provocar y los largos ratos que pasaban juntos simplemente jugando o comiendo dulces a medianoche, cuando el resto dormía profundamente, o viendo dramas y películas en la televisión; mucho más cerca del otro de lo necesario.
Todo aquello se había convertido en una extraña rutina que ya no sorprendía a nadie.
Ni siquiera Yunho, quién más preguntas había hecho al principio, se extrañaba ya de ver a un Junsu con los ojos brillantes preguntándole a Yoochun cual de las dos camisetas que sostenía en alto le quedaría mejor mientras que éste le respondía levantando un instante la mirada de las partituras entre trago y trago de café con una sonrisa, asegurándole que todo le quedaba perfecto y recibiendo primero un puchero y después una sonrisa resplandeciente del pequeño.
O cuando uno de los dos decía que tenía sueño y el otro inmediatamente se levantaba para irse a dormir a su habitación.
No.
Aquello ya no resultaba extraño para nadie y a pesar de que todos intuían los motivos de aquel comportamiento nadie dijo nada; demasiado desconcertados por el hecho de que aquellas fans descerebradas hubiesen podido tener razón; pero sobre todo, porque, estuviera lo que estuviese ocurriendo entre ellos dos, lo que todos veían claro es que merecían ser felices.
Y que en ese momento lo eran. Se reflejaba indudablemente en sus sonrisas, en sus humores que se habían vuelto más alegres, en sus ojos que no dejaban de brillar.

Junsu suspiró recogiendo los videojuegos que habían quedado esparcidos por el suelo después de la última mini-liga que había hecho con Changmin; escuchando aquella canción que no podía quitarse de la cabeza ni un instante.

“I need you like water… like breath, like rain”

Y sabía que aquella simple frase expresaba exactamente como se sentía.
Porque tras todos sus sentimientos encontrados, sus dudas, sus miedos y sus inseguridades sólo había algo claro y verdadero.
Y es que necesitaba a Yoochun como el agua o como el respirar.
O quizás más.
Porque a pesar del miedo; aquél terror a estarse equivocando; a estar decepcionando a sus padres; a Dios. Detrás de todo aquello, había una creciente necesidad de sentirlo cada vez más cerca, cada vez más suyo; de un modo que sólo podía dirigirles hasta un lugar.
Un lugar prohibido para ellos.

Sonrió tristemente, como cada vez que aquel tipo de anhelos embargaban su mente; porque si algo tenía claro era que eso jamás podría ocurrir.
Por la sencilla razón de que los dos eran hombres.

Volvió a suspirar pesadamente mientras dejaba todos los juegos encima de la mesa. Se sentía mal y sucio por desear aquello; aquello que sabía, jamás podría tener con la persona a la que amaba.
Pero era consciente también de que prefería mil veces aquella relación casta con Yoochun que la más promiscua con la más guapa de las modelos.
Porque un beso en la mejilla de él lo estremecía como sabía que ni la mejor sesión de sexo con ella podría.

-¿Junsu?- Escuchó la voz suave del que ahora era su novio después de abrir la puerta con cuidado.

-Chunnie ah…- Se acercó hasta él con aquella sonrisa inocente e infantil que tan locas volvía a las fans abrazándolo por la cintura y escondiendo la cabeza en su hombro.

-Su… ¿Estás bien?- El mayor le acarició el pelo preocupado de verlo tan abatido; pero Junsu sólo refregó un poco la cabeza por el jersey oscuro del otro chico, como si fuera un gato que necesitara mimos -Te he traído helado- Le contó Micky en un intento de animarle y pareció que funcionaba, porque Junsu se separó de su pecho mirándolo con lo ojos brillantes; para acto seguido salir en rumbo a la cocina, encontrándosela, extrañamente vacía.

-¡¿De que lo has comprado!?- Gritó para que él otro lo escuchara desde la habitación.

-De chocolate y fresa- Susurró Yoochun, dándole a entender que no hacía falta que gritara, que estaba allí.
Junsu le sonrió un instante, rojo de vergüenza antes de volver a concentrar toda su atención en los helados.

-mmmm… ¡ah!- Se lamentó. Observando primero uno y después el otro helado con una mueca de indecisión -Quiero… Quiero…-

-¿Los dos?- Preguntó Yoochun con una media sonrisa de lado; haciendo que el pequeño se sonrojase asintiendo lentamente, para acto seguido volver a centrarse en los helados; tratando de decidirse sin lograrlo.

Yoochun rió antes de cogerle los helados de las manos; dejándolos encima de la mesa y dándole a su novio un beso rápido en los labios.

-También he traído una peli… ¿Por qué no vas a ponerla? Yo me encargo de esto- Murmuró al ver que el pequeño era incapaz de decidirse; Junsu volvió a morderse el labio dudoso una última vez antes de asentir distraído y salir al comedor para poner la película; siendo totalmente consciente por primera vez que estaban solos.
Ni un Jaejoong delante del espejo o en la cocina; ni un Yunho practicando baile por toda la casa; ni un Changmin concentrado en la lectura de algún libro que probablemente, sólo él podía entender.
No.
Estaban solos, Yoochun y él.
Y aquello, a pesar de ser consciente de que nada pecaminoso podía ocurrir lo ponía nervioso, mucho más exaltado de lo que quería admitir.

-¿Estás?- Preguntó una voz varonil saliendo de la cocina; haciendo que se diera cuenta de que se había perdido en sus propios pensamientos.

Puso la película sin siquiera mirar el titulo en la carátula; realmente dudaba que llegaran a verla, para acto seguido sentarse en el sofá; donde también se sentó el mayor, como siempre, provocando que sus pieles se rozaran; algo a lo que se habían vuelto adictos. Cogió el cuenco con helado que Micky le tendía viendo que dentro había una gran bola de fresa y otra de chocolate y lo miró con el ceño medio fruncido.

-Chunnie qué es…- Pero el otro lo interrumpió antes de que pudiera decir nada más.

-Quiero que lo tengas todo Su… Quiero dártelo todo- Junsu se sonrojó hasta la raíz de su cabello; porque a pesar de no estar seguro de a que se estaba refiriendo aquello lo estaba poniendo cada vez más nervioso.

Como si estuviese apostando demasiado en un juego del que ni siquiera conocía las reglas.

Yoochun le acarició el pelo acercándose lentamente para besarlo con suavidad; haciendo que Junsu dejara a un lado todos sus preocupaciones y sus dudas y se entregara sólo a ese beso; a esos labios que había aprendido a memorizar en aquellos últimos días; desde aquél primer extraño beso entre la oscuridad.

Se separaron unos segundos después, cuando el aire se hizo necesario para ambos sin llegar a alejarse del todo; Junsu cerró los ojos cuando sintió como los besos de Micky iban bajando por sus mejillas hasta su cuello; lo que le hizo suspirar cerrando los ojos e inclinando un poco la cabeza para dejarle a su novio un acceso más fácil a su piel.

Lo cierto es que se sentía como si estuviera tocando el cielo; no solo por los cosquilleos que se desplazaban del cuello al resto de terminaciones nerviosas de su cuerpo que había comenzado a actuar por si solo; sino también por el sentimiento de calidez que lo embargaba al tener el cuerpo de su novio tan cerca del propio, ese olor de la colonia que Yoochun sabía que lo volvía loco; aquel aire rebelde del cabello del mayor; aquella suavidad de su piel.

Porque no había nada en él que no fuera perfecto; y a veces temía el día en que se diera cuenta de que él era demasiada poca cosa y decidiera terminar con esa relación.
Porque él se había esforzado durante muchos años en ser atractivo, en parecer divertido y mono, en cantar bien y tener siempre las palabras que dejaran a la gente con una sonrisa en el rostro.
Pero a fin de cuentas sólo estaba actuando.
Y en cambio, a Yoochun todo aquello le salía natural; Micky tenía ese carisma que él siempre había envidiado y que ahora le hacía sentir intranquilo ante la idea de que el mayor pudiese acabar cansándose de él.

Dejó escapar un gemido un poco más audible que los anteriores antes de dar un bote al sentir las manos de Micky colarse bajo su camiseta.
Lo miró con los ojos abiertos como platos; queriendo hablar pero notando como las palabras se quedaban atragantadas en su garganta.

-Lo siento… ¿Tengo las manos muy frías?- Preguntó volviendo a acariciar la espalda de Junsu aunque esta vez por encima de la camiseta. Xiah negó, mucho más rojo todavía, si eso era posible que hacía unos segundos mirando desconcertado a Yoochun quién se había vuelto a inclinar dirigiéndose a esos labios dulces que había estado soñando durante tiempo.

Pero Junsu lo separó un poco; apartando la mirada avergonzado.
Yoochun lo observó en silencio, acariciando su mejilla con una mano y entrelazando los dedos con los de su novio con la otra; sonriéndole a pesar de que la inquietud se había despertado en su interior.

-¿Qué ocurre Su?- Preguntó con la voz más dulce que pudo, tratando de ocultar todo el deseo que sentía en ese momento. Lo último que quería era que su pequeño se asustara.

Junsu, quién creía que su rostro no podía arder más de vergüenza sintió como sus mejillas ardían más todavía.

-Es que… Duele hacer esto- Pudo ver como la cara de Yoochun se desencajaba de dolor y sintió como su corazón se paralizaba.

-Quieres decir…- Comenzó el mayor con la voz entrecortada -¿Qué aún no estás preparado?- Acabó preguntando, rezando para que fuera eso. Porqué si ese era el problema, él podría esperar.
Por muchas duchas heladas que tuviera que tomar; por Junsu podía hacerlo.

-No es eso…- Yoochun sintió como si le tiraran un jarrón de agua fría encima. ¿Es que había malinterpretado su relación? Quizás sólo era él quién necesitaba todas esas atenciones del otro para vivir. Quizás era el único quien demasiadas veces sentía dolor de tanta felicidad.
Miedo de perderlo.
Porque él siempre había querido tener ese carisma del que Junsu rebosaba, esa capacidad para llevarse bien con todo el mundo, para hacer sentir bien a los demás.
Todo aquello que ahora lo hacía sentir inseguro; aquellas pesadillas donde le decía que él era demasiada poca cosa y se alejaba de él, dejandolo sólo y perdido de nuevo.

-Chunnie…- La voz del pequeño lo sacó de sus pensamientos; observó su rostro al borde del llanto y lo tuvo claro. Había anhelado demasiado todo aquello como para dejarlo escapar ahora. Se conformaría con lo que Junsu pudiera darle, porque sólo con poder estar a su lado; él… Él ya era feliz.

-Dime- Susurró tratando de controlar las lágrimas y esbozando una sonrisa que intentaba ser alegre.

-No quiero que pienses lo que no es… Es que Chunnie…- Murmuró mirando a todos lados menos al rostro de Yoochun quién todavía tenía su mano entrelazada con la de él -Duele comenzar algo que sabemos que no podremos acabar…- susurró casi inaudiblemente, sintiendo como el labio inferior le temblaba mientras los nervios atacaban su estomago.

-¿Qué no podremos acabar?- Susurró tan bajo que no pudo estar seguro de si Junsu había podido escucharlo.

-Duele saber que no soy una mujer ¿sabes? Que nunca podré darte lo que…- Pero no pudo terminar la frase, porque unos labios cálidos volvieron a tomar los suyos, en un beso suave pero desesperado; un beso que pronto comenzó a ser salado a causa de las lágrimas que Yoochun ya no había podido contener más. Lágrimas de alivio.

Se separaron unos segundos después, quedándose casi pegados, Junsu muy sonrojado y algo triste; Yoochun muy sonriente a pesar de que hacía esfuerzos para estar serio.

-Junsu…- Comenzó con voz suave -¿Qué sabes sobre el yaoi?- Y su sonrisa se convirtió en una carcajada cuando vio como el pequeño lo miraba escandalizado.

Junsu se sintió estúpido cuando su novio le hizo aquella pregunta. ¿Qué se suponía que debía saber? ¿Qué se había perdido? Se odió por no haber leído nunca una de esas historias que las fans hacían; por haber sido siempre tan inocente.
Porque estaba claro que le había quedado algo por aprender.
Arrugó la frente para acto seguido levantarse enfadado; a pesar de saber que no tenía motivos; a pesar de ser consciente en el fondo, de que lo único que lo alteraba era la humillación.

Pero Yoochun tenía tomada su mano con fuerza y volvió a atraerlo hacia él, poniéndose en pie también y acercando sus labios al oído del pequeño.

-No necesitas saberlo…- Con aquella voz ronca que hacía desmayarse a las fans -Yo ya sé suficiente por los dos- Para acto seguido volver a besar el cuello de Junsu quién ya se había vuelto a rendir a sus encantos cerrando los ojos y abrazándolo a modo de disculpa y dando un bote de sorpresa cuando sintió la mano de Yoochun en su trasero, acariciando esa parte tan intima por encima de los pantalones.

Lo miró aterrado; preguntándole sin palabras si aquello era realmente lo que parecía o si todo lo había inventando su mente calenturienta; pero Micky sólo se rió con ternura, derretido por dentro al darse cuenta de la inocencia de Junsu quien se había quedado mudo y rojo como un tomate.

-¿Estas asustado?- Preguntó acariciándole la mejilla con el pulgar y sintiendo el contraste entre sus manos frías y el rostro ardiendo del pequeño.

-Sí… Pero te necesito Yoochun, te necesito como el agua o como respirar- Confesó escondiendo la cabeza en el pecho del chico, avergonzado y asustado y sobretodo temeroso de no saber hacerlo bien.
Porque había pasado demasiadas noches a solas, llorando por el miedo a la oscuridad, como para no dejar que la luz lo iluminara ahora.

Yoochun lo arrastró a su cuarto sin decir nada más; abriendo la luz al entrar y deteniendo la mano de Junsu cuando vio que intentaba cerrarla.

-Yoochun por favor…- Pidió mordiéndose el labio inferior consiguiendo que él cerrara la luz para abrir las de las mesillas de noche. Suspiró de alivio al verlo, para pegar otro bote -había perdido la cuenta de los que había dado en esas últimas horas- al sentir la calidez de su novio de nuevo envolviéndolo.

-Te acabará dando un infarto- Se rió Micky mientras pasaba las manos por debajo de la camiseta de Xiah, esta vez sin oposición por su parte, Junsu sólo sonrió gimiendo bajito y cerrando los ojos en un acto infantil de vergüenza.

Sin saber como, se encontró acostado en la cama con Yoochun encima de él besando todas las partes de su cuerpo que iba descubriendo; acariciando los rincones de aquel cuerpo con el que llevaba soñando… Demasiado tiempo.

Podía sentir como con el contacto de aquella piel suave la propia se erizaba, como con cada suspiro que escuchaba su respiración se aceleraba, con cada susurro, con cada “Te quiero” o con los simples “Su…” Todo él temblaba.
Y sonrió al recordar los últimos días, todas aquellas veces en que había creído que todo aquello estaba prohibido para ellos.

Se apartó un poco de Yoochun quién lo miró interrogante. Pero aunque no sabía que era lo que tenía que hacer quería que Micky también disfrutara, que también sintiera todos aquellos escalofríos y temblores que le hacía sentir.

Se posicionó encima del cuerpo del mayor más asustado de lo que quería admitir, sintiendo como sus caderas se rozaban y gimiendo un poco más ronco por ello mientras Yoochun parecía que hubiese perdido el sentido, gimiendo con los ojos cerrados; le gustó verlo así y le dio seguridad, porque quizás, a pesar de ser nuevo e inexperto en eso, sí podía hacer las cosas bien.

Sintió como sus manos temblaban apoyadas en el pecho del mayor quién al notarlo se las tomó tirando de ellas hacia los lados y provocando que Junsu cayera como un peso muerto encima de su pecho; ambos entrecerraron los ojos al notar el contacto y pronto una fuerza extraña tomó el control del menor quién comenzó a repartir caricias y besos sin control, haciendo que Yoochun se revolviera debajo de él.

-No… Para- Susurró Yoochun con esfuerzo; con la voz entrecortada; Junsu sólo sonrió complacido, volviendo sus besos mucho más tiernos hasta terminar con uno largo y dulce en los labios que pareció absorberlos.

-Su, crees que…- Comenzó el mayor, pero ni siquiera terminó de formular la pregunta, porque Xiah, que parecía haber perdido la cordura, ya había cambiado puestos de un movimiento ágil y rápido; que dejó al mayor situado entre sus piernas con la mirada llena de asombro.
Pero Junsu sólo sonreía con la piel roja y ardiente.

Yoochun tragó despacio antes de llevar la mano hasta la mesilla de noche y sacar un pequeño bote de lubricante. Junsu rió.

-¡Lo tenías todo planeado!- Volvió a soltar una carcajada haciendo sólo que Yoochun enrojeciera un poco más.

-Si te duele…- Se mordió el labio antes de fuese Junsu quién se lo mordiera con dulzura; y con un poco de miedo de lastimarlo llevó el primero de los dedos a su entrada escuchando sólo un pequeño quejido por parte del menor; lo miró a los ojos, que estaban aún cerrados en busca de una mueca de dolor, pero sólo era una pequeña arruga en su frente lo que evidenciaba lo que pasaba un poco más abajo.
Lo besó mientras llevaba el segundo de los dedos, que Junsu ya no notó; sintiendo como su novio lo correspondía abriendo por fin los ojos, perdiéndose en aquellos ojos oscuros que parecían hablarle sin necesidad de usar palabras.
Fue a llevar el tercer dedo cuando notó la mano de Junsu apartó la suya para encerrar su miembro en él con otro movimiento rápido.
Se quedó de piedra. Y sólo pudo mirarlo con estupor… ¿Por qué había hecho eso?
Y no es que no se sintiera bien, sentía como si estuviese rozando el cielo con la punta de los dedos, como si nunca antes hubiese llegado a respirar de verdad a pesar de que era ahora cuando le faltaba el aire.
Pero eso tenía que doler. Vio preocupado como Junsu se tapaba su rostro con el brazo y llevó la mano allí; apartándoselo con cuidado; esperando encontrar lágrimas pero sólo vio aquel rostro sonrojado con la mirada perdida y aquellos labios entreabiertos que luchaban por respirar.

-¿Estás bien…?- Podía jurar que aquello era una mueca de placer y esa idea hizo que su pecho estallara de felicidad, al pensar que no sólo él estaba descubriendo lo que era la dicha.

-Esto es… Vergonzoso- Pudo escuchar como Junsu susurraba esas palabras sin atreverse a mirarlo; y por enésima vez, sonrió sintiendo tanto amor que dolía.
Lo besó en los labios una última vez, un beso corto pero dulce, de aquellos que te dejan el buen sabor de boca, como si acabaras de comer el más dulce caramelo antes de comenzar las embestidas.

Junsu suspiró y gimió cuando notó como el movimiento comenzaba dentro de él; lo cierto es que le había dolido al principio, pero pronto aquello desapareció con las miles de sensaciones que el roce, cada vez más rápido; que la mirada de Yoochun, clavada en la suya, que los dedos de su novio, entrelazados con los propios despertaban en su interior.

Hasta que por fin tras un último movimiento, un último grito del nombre del otro el mayor cayó encima del pecho de Junsu; quién todavía rojo y medio ahogado lo abrazó; seguro de que jamás dejaría escaparlo.

Porque aquello era volar sin alas. No había duda.


________________________

Unas cosquillas en su nuca y su espalda hicieron que abriera los ojos perezosamente con una sonrisa que ni queriendo podía borrar de su cara, levantó la mirada encontrándose con la de Yoochun, quien ahora se hacía el dormido.

-¿Crees que me engañas?- Preguntó, devolviéndole las cosquillas con aquella risa propia de la que todos se burlaban, haciendo que Micky se revolviera histéricamente entre las sábanas.

-¡Me rindooo!- Pero Junsu no se detuvo hasta que sintió como las manos de Yoochun llegaban por casualidad a una parte íntima de su piel desnuda; volviéndose consciente de repente de todo lo que había ocurrido la noche anterior. De que aún iba sin ropa.
Se quedó medio segundo petrificado antes de gritar un corto -¡AH!- Y esconderse bajo las sábanas tapándose incluso la cabeza.

Yoochun sonrió al ver que Junsu siempre sería él, tímido e inocente. Por mucho que las escenas como las de aquella pasada noche se repitieran -Ya se encargaría él de eso- Junsu siempre volvería a esconderse bajo las sábanas después; a enrojecer con un simple guiño.

Junsu trataba de respirar profundamente para relajarse y es que había comenzado a hiperventilar con las imágenes que como si fueran una película habían vuelto a su mente; hasta que sintió como Yoochun también se enterraba bajo las mantas.

-¿No hace un poco de calor aquí dentro?- Preguntó el mayor divertido. Calor. Aquella palabra maldita que sólo le traía vergüenza.

-No- Gimió, casi inaudiblemente, sintiendo unas fuertes ganas de desaparecer de la faz de la Tierra.

-¿Y no crees que estaríamos mejor desayunando?- Y Junsu supo que Yoochun siempre volvería a ser él por mucho que las escenas como las de aquella pasada noche se repitieran -Y siendo sincero, no le importaría en absoluto que eso ocurriera- Que siempre sería aquél chico sensible y responsable, que cuidaba de él en cada momento y siempre sabía lo que necesitaba.

-Chunnie…- Comenzó acalorado, desistiendo finalmente de preguntarle nada que hiciera referencia a la noche anterior, y tomando simplemente su mano -Vamos- Susurró bajito saliendo de la cama, tapando su desnudez antes de sentir como unos labios se posaban en su nuca.

-Fue perfecto, Su- Junsu se giró encontrándose con un Yoochun sonriente y feliz; que le transmitía toda aquella confianza que a él le faltaba.

-Aunque yo no sea…- Pero unos labios suaves ahogaron sus palabras en un beso dulce que terminó de desdibujar cualquier rasgo de intranquilidad.


Porque si de algo estaban seguros ambos. Era de que aquello era por fin volar sin alas.









FIN

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